El joven con las piernas de alambre caminaba,
La chaqueta estropeada a los hombros y la burlesca risa en
su cara estocada,
No buscaba y alejaba la atención aunque el precio siempre
variaba.
Encontraba servilletas usadas con las cuales su casa
decoraba,
Artefactos, maleza, que en su cama dejaba.
En su maleta, vacía, un feto de vaca guardaba,
Y su mascota, un guarén de pulgas fieles que alimentaba.
Encontraba lo hermoso en las cagadas que se mandaba,
Coleccionaba fetiches, morbos que en su repisa admiraba.
No tenía parientes ni nadie que lo cuidara,
Pero en su mente, amistades no necesitaba,
Así la soledad lo
encontraba y lo ignoraba,
Porque una vez que sus cosas ordenaba,
Desaparecía del mundo sin ningún rastro de basura que dejaba,
Pues su personalidad a su gusto él cambiaba
Y le parecía aburrido tener una sola cara deformada
Por esto tenía treinta y todos los días veía cuál usaba.
No sabía lo que era el amor y el cariño le repugnaba,
Una vez tuvo una polola pero la mató pensando que jugaba.
Entre sus cajas de zapatos ranas disecadas acariciaba,
Se sentaba en la azotea a tomar aire pues el esmog sus
pulmones alimentaba,
Afilaba sus uñas con un pedazo de madera astillada,
Entonces era el único momento que en su cabeza él pensaba;
De que qué sería de su vida si entre basura no se encontrara
De que qué sería de su vida si su paraíso terminaba.
//ElMismo