sábado, 14 de noviembre de 2015

Proactivo

Dios llegó a la ciudad

Y envía avispas para avisarte

Se lleva el morbo y la noche

Se lleva la sed y la pena

Dios llegó a la ciudad

Pero no vino para quedarse

No vino para quedarse

Todo está mal

Ya no lo adoran como antes

Después de los mil años de silencio

Dios llegó a la ciudad

Y envía avispas para avisarte




//ElMismo

lunes, 2 de noviembre de 2015

.Instrucciones

Van dos kilómetros de viaje, y no siento que algo del paisaje, si así se le puede llamar, se mueva de su lugar. De mi cuerpo sólo puedo sentir mi cabeza y corazón, dejando toda la sangre en el rastro. Miré atrás y noté que aún podía ver el momento en que empecé, aunque quiero agregar que misteriosamente todo lo que hacía se borraba de mi memoria a penas me quedaba quieto. Cuando empecé a respirar y tratar de pensar o fraccionar algo en mi conciencia, miles de grietas destruían el sitio, una silueta de edificio abandonado, donde no existía el horizonte, es preciso sentir el gris para imaginarlo. A este punto, si puedes ver, fija la mirada en un punto y ve como la ciudad se transforma en arena pálida, pero no es necesario, trata de rebotar en lo que piensas, y ve las palabras como ves una pintura abstracta, no entiendas, lees y recreas la escena imposible.